07 febrero, 2012

Los dueños de la tierra en Perú se parecen al bigotón del Monopoly


Artículo publicado en Spacio Libre 

Y no es broma. Cada vez se parecen más. Ya no estamos hablando de comprar más solares en la avenida Báltica o en Plaza del Parque (pasando por GO y cobrando 200), sino de comprar (léase acaparar) tierras agrícolas, como si la costa peruana se tratara de un juego de Monopoly de la vida real. Quien compra más tierras a los demás, gana. Y para ellos no importan las consecuencias sociales. Las cifras son las que mandan. 

 Pero a diferencia del Monopoly, donde los jugadores tienen la oportunidad de jugar otra partida e intentar ganar, en la vida real esta es la única partida para miles de pequeños agricultores. Muchos de ellos en la actualidad solo son testigos de cómo las tierras agrícolas van a parar a manos de los nuevos latifundios. De los nuevos dueños de la tierra en Perú. 

 ¿Por qué es necesario decirle STOP al acaparamiento de tierras? Seguramente habrán escuchado o leído en los últimos días a los duros economistas, (que solo ven, comen y respiran cifras) afirmar que poner límites a la propiedad de la tierra es regresar al minifundio y a la Reforma Agraria. FALSO. La idea de detener el acaparamiento de tierras en pocas manos no es promover la atomización de los predios agrícolas sino de acabar con la grosería que una sola empresa sea propietaria de 80 mil hectáreas. ¡80 mil!

En el país existe el falso paradigma que la única agricultura exitosa es la de gran escala, destinada a la exportación. Otra vez FALSO. No se necesitan 20 mil, ni 10 mil hectáreas para realizar una agricultura exitosa. La pequeña agricultura también es exitosa. Los cafetaleros lo han demostrado. 

¿Sabe cuál es el primer producto de agroexportación en el Perú? Adivinó: el café. ¿Sabe cuál es el promedio del tamaño de propiedad que posee cada agricultor? Entre 2 a 3 hectáreas. Es pequeña agricultura familiar. ¿Y cómo logran exportar con tan poca cantidad de hectáreas? Simple. Cooperativas cafetaleras. Quizá el término cooperativismo suene a velasquismo, pero a través de la asociatividad, los cafetaleros (y también los productores bananeros en el norte) se han desprendido de esa etiqueta y han demostrado que pueden obtener no solo beneficios económicos sino también sociales. Han demostrado que la agricultura peruana no debería estar solamente en las manos de unos pocos inversionistas, que cada vez más se van pareciendo al bigotón del Monopoly. 

 El Perú cuenta con pocas tierras agrícolas, así que es un bien preciado. Es un tablero limitado, finito, tal como en el popular juego de mesa. Usted que vive en la ciudad se estará preguntando ¿Y eso cómo me afecta a mí? Pregúntele a Gastón Acurio y a los miles de chefs peruanos cómo está afectando el acaparamiento de tierras a la gastronomía local. Las grandes empresas no cultivan alimentos. Siembran lo que se paga más en el mercado. Caña de azúcar, maíz amarillo y otros cultivos destinados a biocombustibles, en fin. Dedican sus miles de hectáreas al monocultivo, con todos los impactos ambientales que eso significa. 

Nuestra seguridad alimentaria está en peligro entonces. Depender de la importación de alimentos podría ser una apuesta riesgosa ya que los precios suelen subir constantemente. Así que ni siquiera pensar en el extranjero. Es por eso que el papel de los campesinos y pequeños agricultores peruanos es protagónico porque significan la primera despensa alimentaria del país. 

Pero más allá de la preocupación de quedarnos sin nuestro arroz con pollo o nuestro lomo saltado, detener el acaparamiento de tierras es una iniciativa de inclusión democrática. De miles de pequeños agricultores que esperan una oportunidad. Pero sin tierras no podrán hacer nada. Como un jardinero sin flores que regar. Como un futbolista sin canchita donde pichanguear.

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